domingo, 7 de junio de 2009

ELECCIONES Y MÁS ELECCIONES
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Por mi edad y mi nacimiento, me ha tocado vivir los finales de una guerra, que no debió existir; si hay alguna guerra, que sean mala, muy mala o la peor de todas las guerras, quizás que la peor de todas es la guerra civil.
En mi juventud, asistí a muchas elecciones, con más o menos propaganda, donde unos señores nos daban, a mí no, pues yo era muy pequeño; pero me acuerdo, de ir con mis padres o mis abuelos y unos jóvenes con pantalones cortos nos daban unas papeletas con un SI puesto.
Cuando ya fui creciendo y me hice mayor, trabajé en varios pueblos de Albacete y en uno de ellos, me pase un sábado por la mañana, preparando un local, donde el domingo se podría una mesa para votar una candidatura, con loa concejales de su Ayuntamiento. Sorpresa, sorpresa. El viernes por la noche, los que iban a salir cenaron, con el Sr. Alcalde a la cabeza, para festejar el triunfo, por adelantado, en las elecciones del próximo domingo.
Cuando me enteré de esto, me dije a mí mismo. Si alguna puedo, yo eso no lo toleraré.
Los hados me fueron propicios, ya casado, por los años 60 al 80 del siglo XX. Fui varias veces, presidente, secretario, vocal, en mesas para tal efecto. Cumplí mi promesa. Llegué siempre con más de una hora de tiempo, antes de empezar, para preparar la documentación. Tuve interventores de varios partidos, algunos estupendos, otros más quisquillosos, pero siempre al final y una vez realizado el escrutinio y en presencia del público que quiso asistir; la verdad de lo que había dentro de la urna salió y se firmaron las actas, por los componentes de la mesa; tal como está ordenado.
Pequeños incidentes, también los hubo, afortunadamente, sin mayor transcendencia. Un vocal que llega tarde, otro que se pone enfermo, un interventor que se cansa y se marcha a su casa. Cosas sin mayor importancia.
Estamos viviendo unos años, que entre autonómicas, locales, nacionales o europeas, raro es el año, que no tenemos elecciones.
Al terminar, cosa curiosa, han ganado todos. Unos tienen mayor número de escaños. Otros han perdido un montón, ha sido por el mal tiempo, por falta de suerte; pero las próximas las ganamos. Algunos con escusas tan pueriles, que en vez de políticos parecen niños de pocos años. No dimite nadie, no se va nadie a su casa y deja la política, ni hace un estudio del por qué, no le han votado.
No tiene importancia los resultados, luego se juntan, unos con otros, vienen las coaliciones, a veces muy distantes en ideas y programas, pero tan amigos. ¿Eso es defender los ideales del partido? O defender el sillón y lo que lleva consigo la poltrona. O sea que lo que yo he votado, a ellos les importa un comino. En resumen, no importa seamos contrarios, mientras que seamos capaces de seguir manteniéndola ubre en nuestro bolsillo.
No sería mucho mejor votar a la persona y no al partido. Personas, serias, trabajadoras, capaces, listas, en una palabra honradas. Habría que cambiar la Ley. Bien, hemos cambiado lo que nos ha interesado. Lo demás no. Cambiemos la Ley por la que se rigen en la actualidad, por otro sistema mejor y busquemos personas de las que antes he citado. Sé que me dirán que muchas de ellas no querrían participar. También puede ser cierto.
No quiero extenderme más, empecé haciendo un resumen de mi juventud y termino con esta pregunta.
Desde las primeras Cortes Constitucionales, se pidió que se aprobara una Ley Incompatibilidades para nuestros políticos de todos los niveles, Es decir, que no pudieran tener varios cargos y cobrar de todos ellos. Creo que todavía no ha habido tiempo de aprobarla. ¿Por qué?
CBNM.-