lunes, 24 de septiembre de 2007

UN AMIGO:


Allá por los años 60 del pasado siglo, fui destinado a una ciudad manchega. En esas fechas llegaron varios compañeros, algunos de ellos para solamente un año. Yo trabajé en ella tres años consecutivos.

Llegar a un pueblo y hacer amigos, algunas veces no es tan fácil, no. Como es natural, después de unos días, tras un cambio de impresiones y convivir, hicimos una amistad; digamos con unos mas que con otros. Esto con los recién llegados. Posteriormente con los nativos del pueblo, ocurrió algo semejante o parecido. Unos nos quedamos otros se marcharon, con ellos mantuvimos una relación de 1 o 2 años, por carta, teléfono o simplemente la felicitación en Navidad.

Pero el caso al que yo me refiero no es así. No. Este amigo llegó, hablamos, congeniamos, discutimos a veces y hasta con palabras fuertes, por cosas de poca importancia. Podría decir de él, que procede de una familia de tipo medio, trabajador, un poco “cabezota,” de un pueblo pequeño, donde acostumbraba a querer siempre llevar razón. Pasamos un año juntos, hospedados en el mismo lugar y como se suele decir, compartiendo alegrías y penas. ¡Qué año aquel!

Pasadas estas fechas, se marcha a tierras andaluzas. Allí trabaja también en un pueblo pequeño muy cerca de Sevilla. Conoce a una andaluza, joven, guapa, sencilla, amable, cariñosa y con una gracia enorme. Ante este hecho, nuestro “quijote-cabezota” cae rendido y pronto pasa por la vicaría. Hasta este momento todo normal y correcto.

Nuestra amistad sigue, pero la separación hace, que de vez en cuando, más bien de tarde en tarde, una carta, una conferencia o quizás la tarjeta de fin de año, llegue a nuestras manos. En varias ocasiones, mi esposa y yo, y a veces con otros amigos comunes, nos hayamos visitado tanto en Alcalá de Guadaira, donde vive en la actualidad, o ellos hayan venido a casa.

Así pasan 20 años. Amigos, buenas relaciones, pero aquí vienen tres historias, que quiero relatar y con ellas quedará claro el por qué le llamo “cabezota”. En estos años, su familia crece, ya tiene 2 hijos y una hija.

Un día suena el teléfono.

¿Me conoces?. ¿Cómo estáis?. No me da tiempo a decir SI. Tengo a la mujer embarazada y tienes que ser tu mujer y tú los padrinos de lo que nazca.

¿Cuándo es el alumbramiento?. Para Junio y el bautizo para Julio. Mi respuesta ¡Julio en Sevilla!. No me esperes. Contestación, con ordeno y mando, ya sabes que vienes o dejamos de ser amigos. Total que Sevilla, Julio, padrinos y lo que hizo falta.

Había nacido una criatura preciosa y con un algo, desde su nacimiento, que le hacía brillar con esa luz que tienen impresas las mujeres de esas tierras.

Pasan 7 ú 8 años, vuelve a sonar el teléfono a mediados de Abril. Si, diga. ¿Me conoces?. No disimules eres el manchego sevillano. Te llamo para decirte que el día 6 de Mayo, toma la comunión Sara, que así se llama nuestra ahijada. ¿Has dicho el 6 de Mayo?. ¿No puede ser antes o después? No, tajante, tiene que ser ese día. Escucha que ese día, es el de la Patrona de mi pueblo y es la fiesta mayor. Además, por mi trabajo, yo tengo que salir fuera unos días y volveré el 2 0 el 3 de Mayo. Justo, coges lo que tengas que coger a la vuelta y aquí os esperamos. ¡Que no vamos!. Dejamos de ser amigos.

Volví a casa el 3 de Mayo. No vi las fiestas de mi pueblo y el día 4 me marché para estar acompañando a esta familia, el día de la Comunión de Sara. Ya vi algo en esta criatura que me encantó, sobre todo su forma de hablar, de tratarnos a mi esposa y a mí, la forma de bailar sevillanas, vestida con el traje de la Comunión, y un algo que no he podido olvidar nunca, ese algo que con palabras no se puede definir.

Pero la cosa no queda ahí. A finales del pasado 2.006 o principio del 2.007. El teléfono se pone en marcha. La misma pregunta. ¿Me conoces? La misma respuesta. Sí, cabezota. ¿Qué mandas esta vez?. Que el día 1 de Septiembre se casa Sara. No el día 1 de Septiembre es la feria del pueblo y tengo la boda de una hija de un intimo amigo que se casa ese día a las 12 de la mañana en este pueblo. Y la mía alas 6´30 de la tarde. Aquí os espero.

Varios meses dándole vueltas al tema. Solución a las dos no podemos asistir, por tanto la respuesta fue clara. Marchamos a Alcalá de Guadaira. Nada mas llegar y ver de nuevo a Sara, mi esposa y yo quedamos sorprendidos de las cualidades tan maravillosas de esta criatura, juventud, belleza, simpatía, atenta, activa, trabajadora, resolutiva, desprendida y con su agradable dejo andaluz. Si consigo poner alguna foto junto a estas letras el lector, se dará cuenta, que me he quedado corto en palabras al hacer esta descripción de ella. No quiero que los demás hermanos estén molestos y digan que solamente tengo palabras para la novia. No, diré que a los dos los conocía. El mayor sigue siendo serio y tranquilo. El pequeño, no muy buen estudiante, pero ha triunfado en la vida. Las nueras, para nosotros tanto para mi esposa como para mí me parecieron dos personas maravillosas.


Mari Carmen, la hija mayor es un encanto, tuve una larga conversación con ella, que no la olvidaré jamás, en el transcurso de la misma me demostró, su valor, su capacidad y su entereza. Para mi una gran señora.

Su esposo y yerno, Jesús, hombre sencillo, con simpatía y claridad, me hizo en pocos momentos llegar a la conclusión y en palabras sencillas de que es un hombre bueno. La nieta mayor (hija de ambos), Mari Carmen también de nombre, una adolescente, pero tan guapa como su madre su abuela y su bisabuela.


¡ Qué generaciones tan hermosas!




Y para terminar una gran señora, con más de noventa años, con una sencillez, claridad de ideas, razonando, hablando y dando consejos a toda la familia.



AGUSTÍN
GARCIA BLÁZQUEZ, tienes que estar orgulloso de todos tus descendientes, sin excepción y por supuesto de tus yernos.

Ahora que los nombro me he dado cuenta que me falta él más importante, pues sin él no hubiera tenido que realizar este viaje.

Iván, te has llevado un tesoro. Nuestra querida Sara. Solamente te diré, después de 43 años de matrimonio, que esa suerte que has tenido, debes aprovecharla y conservarla toda tu vida, mujeres como Sara no hay muchas. Disfrutad de esa felicidad que tanto Paquita como yo os deseamos para siempre.-

UN ABRAZO.-